Colaboraciones

La cora de Tudmir (y Alhama)

Tratado de Teodomiro

Hasta el año 825, en el que se funda Murcia y se traslada allí la capitalidad administrativa, esta estaba situada en una ciudad llamada Tudmir que fue destruida tras la fundación de Murcia, y cuya localización no se tiene clara, pero algunos eruditos como el profesor Alfonso Carmona sitúan en Alhama

Marga Estrada | Miércoles 06 de julio de 2022


Todos sabemos, con más o menos detalle, que en el año 711 se produce el desembarco de Tariq, y tras la batalla de Guadalete, aprovechando la guerra civil que existía entre los visigodos partidarios del rey Rodrigo y los de Witiza, los musulmanes ocuparon la península en un tiempo record.

Lo que no es de conocimiento tan generalizado es que los territorios desde el norte de Almería hasta Orihuela, llegando hasta Albacete, controladas por el noble visigodo Teodomiro, tardaron más de un siglo en ser incorporadas al imperio de AL-Andalus.

La historia, más o menos fabulada, cuenta que cuando el ejército de Teodomiro estaba aniquilado y en las últimas, este dispuso a las mujeres con “los cabellos sueltos y cañas simulando lanzas”, haciendo ver que disponía de mucho más poder militar del que le quedaba realmente y así forzó la firma del pacto de capitulación llamado el “Tratado de Teodomiro” con el hijo del moro Muza, pacto que permitió que los cristianos permanecieran en el sudeste de la península a cambio del pago de tributos.

Hay muchas cosas interesantes en esta historia. Una de ellas es que la zona que se corresponde con la Cora, calca prácticamente la extensión de la antigua cultura Argárica, por lo que sugiere que esa unidad cultural pervivía de alguna forma, y otra, con la que me he encontrado leyendo sobre esto, es que, hasta el año 825, en el que se funda Murcia y se traslada allí la capitalidad administrativa, esta estaba situada en una ciudad llamada Tudmir cuya localización no se tiene clara, pero que algunos eruditos como el profesor Alfonso Carmona sitúan en Alhama.

El ser humano es un animal narrativo, somos las historias que oímos y contamos, y no hay nada más poderoso que una historia para embellecer y mejorar el atractivo de cualquier lugar. Cualquier concejal de cultura, turismo o patrimonio medianamente competente lo sabe y lo aprovecha. Otros pueblos, con mucho menos, han construido “imágenes de marca” potentes y rentables.