Se ha vuelto muy irónica la vida, en general, es una sensación que tengo. A día de hoy si denuncias una injusticia, si luchas por tus ideales, si eres fiel a tus principios… te siguen pocos. En cambio sí das el campanazo, aunque sea con una mentira, si finges algo que no eres, si tienes una actitud conformista pero aparentemente triunfadora, entonces te aplauden.
Hace poco más de una semana se me censuraba en Siete Días Alhama por llamar “sinvergüenza” a un cargo público de nivel municipal. Lo cierto es que no me sentí frustrado, simplemente me sentí desconcertado. ¿Qué había de malo en aquella palabra? Si tonto es el que hace tonterías, decir que debemos alegrarnos porque nos corten un servicio tan básico como las cercanías será de ser un sinvergüenza, ¿no?
De todos modos, como a mí me gusta consultar con los expertos hablé con una buena amiga mía que le da vueltas y vueltas al diccionario, como buena filóloga, quien me dijo que en según qué contexto podríamos entrar en difamación, pero vamos, que era exagerado. Mucho más en una red social, donde si vas a publicar artículos de opinión por lo menos podría escribirlos él mismo, pero eso da para otro artículo.
Varios días después me di cuenta que no era sinvergonzonería, bueno tal vez sí, pero en aquel momento era cinismo. Cuando eres capaz de afirmar que algo que va contra el interés general y que no cabe en cabeza alguna es lo más lógico a eso se le llama cinismo. Cuando planteas como un drama que Diego Conesa, quien renunció al mayor de los honores como alhameño, la alcaldía, para irse a cazar gamusinos a nivel regional, eso es cinismo. Cuando denuncias (muy bien denunciado) la falta de profesorado y limpieza en los institutos, o el estado del Mar Menor, pero no te revelas contra los poderes nacionales por el tren o el reparto de fondos, eso es cinismo. Cuando el PP regional pretende ahora utilizar el tren como arma arrojadiza para el gobierno nacional, eso es cinismo. Cuando entramos en conflictos partidistas en lugar de luchar por nuestro pueblo, eso es cinismo.
Pero ahí seguimos, con el respaldo de la mayoría social que ha votado a estos partidos, a estas personas, cínicas, que se envuelven en sus hinchas (por no llamarlos de otra forma), en sus imágenes, en sus carteles… Tenemos lo que nos merecemos, cinismo.