Si hay alguna palabra malograda y malinterpretada últimamente es la de Libertad. Como ya ha versado anteriormente en esta misma página mi compañero José Luis, bajo el nombre de la libertad se han cometido verdaderas atrocidades, y nuestro país no ha sido ni es a día de hoy menos. Disparates de la talla de "Me da igual la pandemia, que me dejen ir a la boutique" que oíamos en barrios como el de Salamanca en Madrid hace un año no dejaron indiferente a nadie, y estos nos llevaron ineludiblemente a que los madrileños tuviesen que elegir qué modelo querían, y eligieron el pirata, el de la libertad, a cualquier precio.
Y de debatirse entre la vida o la muerte por la libertad, a decir que algo o alguien es libre sin que lo sea realmente.
La foto que preside este artículo está hecha por mi mismo. Hace escasos días tuve que ir, por desgracia, a nuestro cementerio, y me encontré que el problema que ya denunciaba IU Alhama hace unos 10 años sigue vigente. Se supone, o así lo entendí cuando pase y leí esa cutre pegatina, que ese sitio no estaba ocupado, que era libre, que había libertad para quitarlo y borrarlo del mapa, a pesar de que allí descansasen los restos mortales del que otra hora fuese vecino de nuestro pueblo.
Además de la dudosa legalidad de esté hecho (dado que nichos y tumbas se compran a perpetuidad), y de que es claramente una falta de respeto para el fallecido y su familia, me dio por reflexionar, libertad... ¿Hasta donde? Libertad... ¿Para qué?
Creo sinceramente que muchas decisiones que se toman desde el ángulo de la libertad persiguen en realidad el libertinaje.
Feliz semana.