Colaboraciones

No hay palabras, no hay consuelo

Y no se equivoque; no es una lucha entre hombres y mujeres o madres y padres. Es una lucha contra años de educación sexista, sesgada, voraz y brutal contra las mujeres

Eliana Márquez Moreno | Domingo 13 de junio de 2021


No los puede haber, ya que, como sociedad, contemplar expectantes cómo se materializa la violencia sobre los menores es ir contra natura. Y dan ganas de encerrar a la mano ejecutora en la cárcel más terrorífica y lejana a quien comete semejante bajeza.

Ganas dan, lo reconozco.

Pero el código penal de poco sirve cuando no se educa y no se enseña, o como mínimo, preparamos a nuestros jóvenes a vivir en una sociedad donde hombre y mujeres deben convivir.

Encerrarlos, castigarlos, aislarlos de por vida no es la solución.

Reforzar nuestro código penal es absurdo cuando no somos capaces como seres humanos de enseñar la empatía, el respeto, vivir con la frustración, fracasar, modificar los roles, las masculinidades, quitarnos la caspa “del macho ibérico” “el macho protector” “el padre propietario” y empezamos a entendernos como iguales.

Negar la violencia, ocultarla tras “violencia familiar”, señalarnos como malas madres, juzgarnos por nuestras vestimentas, señalarnos por nuestras decisiones, criarnos como propiedad de un macho proveedor, vivir tuteladas por un hombre protector y ser constantemente señaladas por vivir libres, nos lleva a vivir horrores como el del pasado jueves.

Inventar “Pin Parentales” ocultándoles y negándoles la posibilidad a nuestros hijos de ver la realidad del mundo y de prepararlos para ser libres, es parte del problema.

Y no se equivoque; no es una lucha entre hombres y mujeres o madres y padres. Es una lucha contra años de educación sexista, sesgada, voraz y brutal contra las mujeres.

Nos guste o no, debemos empezar a educar, ser conscientes de una vez por todas de que el feminismo pide respeto, dignidad, que las mujeres no somos cosas y no somos de nadie. Y que el machismo mata, hiere, destroza, amenaza, juzga y te lastra a un mar frío y oscuro. No hay palabras, no hay consuelo y no hay educación.

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