Estaba leyendo despacio la carta al director que le publicaron la semana pasada a un ex funcionario del Ayuntamiento, y no podía dejar de pensar que, evidentemente, eran las palabras de una persona muy enfadada y con mucho rencor, pero que eso no es impedimento para que, probablemente, sea reflejo de muchas de las verdades de lo que ocurre Ayuntamiento.
En la carta, a mi modo de ver, se hacen varias acusaciones graves, de las que pueden llevar a un concejal o una alcaldesa a tener que dar explicaciones en los tribunales y que deberían ser objeto de explicación pública pronto. No solo es la prevaricación de la multa de Conesa, también habla de irregularidades en la gestión de otras multas, en la esterilización y suelta de gatos e incluso de la sustracción de documentos oficiales.
Esos puntos no es que sean graves, es que si son verdad, constituyen delitos, pero yo me quiero centrar en otra cosa de las que dice, porque no es el único que lo cuenta con amargura. Este gobierno, en los seis años que lleva gobernando, ha reventado al equipo de funcionarios del Ayuntamiento, infradotando de personal a los departamentos más importantes, que no son los que más se ven pero sí los que más trabajo tienen y aquellos cuya parálisis compromete más la gestión municipal.
Esta infradotación sobrecarga de trabajo a los funcionarios que quedan, que aunque quieran no pueden sacar el trabajo, se queman, y acaban pidiendo traslados o bajas, agravando todavía más el problema.
Por si esto no fuera suficiente, y aunque parezca un detalle sin importancia, la gota que colma el vaso es la falta de respeto al trabajo ajeno. Los concejales de gobierno parecen creer que los trabajadores y funcionarios del Ayuntamiento son sus criados, sus siervos, y les exigen tareas, actitudes y trabajillos fuera de sus obligaciones, e incluso del bien del Ayuntamiento bajo amenazas completamente improcedentes.
Entre unas cosas y otras están dejando un Ayuntamiento precioso.