Estoy seguro de que casi todos hemos oído hablar de estas bebidas que te dan energía aparentemente de la nada y que tiene un efecto 10 veces mayor que el del café, las llaman bebidas energéticas, y su popularidad es tal que se pueden encontrar en todos los supermercados del país. Últimamente se han puesto muy de moda entre los jóvenes y en los adolescentes, ya que un 47% de los jóvenes de entre 14 y 18 años consumen bebidas energéticas con una regularidad mensual, y un 25% de los niños de entre 10-13 años lo hacen de manera semanal.
La mayoría de los padres que permiten que sus hijos más pequeños tomen bebidas energéticas, me atrevería a decir que no saben realmente los efectos que esta contiene, ya que los comparan con otros refrescos populares como puede ser la Fanta o la Coca-Cola, pero la diferencia entre estos y las bebidas energéticas es bastante notable por varios motivos. La principal diferencia entre estos dos es su composición ya que aunque refrescos como la Coca-Cola contienen cafeína, 34 mg, la lata de bebida energética promedio suele tener entre 100 y 200 mg de cafeína, casi el triple del de la Coca-Cola.
Otro aspecto muy importante que también se pasa por alto en muchos casos, es que el fin principal de las bebidas energéticas es la de aumentar la resistencia y rendimiento físico además de acrecentar la concentración. Sin embargo, la mayoría de los adolescentes las usa de manera recreativa, sin ninguna intención de hacer deporte después de su consumición, lo que lleva a todo el azúcar y demás sustancias de las bebidas energéticas a quedarse en el organismo, lo que puede provocar diversos problemas relacionados con la salud, como lo puede ser la obesidad.
El efecto de las bebidas energéticas es aún peor cuando se toman durante el periodo de desarrollo más importante de la vida de una persona, la adolescencia, ya que su abuso puede llevar a la creación de problemas cardiovasculares, una dependencia excesiva de la cafeína y la taurina (otro componente de las bebidas energéticas) y problemas de sueño.
Además de todos los efectos sobre la salud, el Ministerio de la Salud de España publicó en diciembre de 2023 una observación sobre la consumición de bebidas energéticas en los jóvenes, y dictaminó una relación directa entre el consumo de estas bebidas y la cantidad de pellas que un alumno hacía, su probabilidad de repetir y de salir más de 2 noches por semana, de recogerse a las 3 de la madrugada y de sacar una nota media de suspenso en la evaluación.
En definitiva, todas las pruebas apuntan a que un consumo excesivo de las bebidas energéticas es muy perjudicial, tanto en el ámbito de la salud como en el escolar, pero es que otra estadística que se aporta en el estudio previamente citado, indica que casi la mitad de los adolescentes que toman bebidas energéticas lo hacen mezclándolas con alcohol, lo que podría llevar a adicciones más peligrosas y a un posible enlace con el mundo de las drogas más potentes, como puede ser la cocaína o el fentanilo.